martes, 3 de octubre de 2017

Balneario de Arlanzón

¡No te extrañes! Yo he sido el primer sorprendido al haber tenido conocimiento de este singular lugar.
En una memoria que versaba sobre la calidad de sus aguas realizada en el año 1884 por los doctores D. Domingo Martín y Pérez y D. Sixto Antón y González, se decía: Muy cerca de la villa de Arlanzón y en la margen derecha del río del mismo nombre, se encuentra un abundante manantial conocido como Fuencaliente por los naturales del lugar. De antiguo sabían éstos que sus aguas no eran apropiadas para su consumo ni para la mayor parte de los usos domésticos, por lo que sólo la empleaban en los días más fríos del año para el lavado de la ropa a la agradable de su temperatura  de 17,5º. 
Llaman poderosamente la atención las grandes burbujas gaseosas que, con muy cortas interrupciones, estallan en la superficie. Estas agua fueron declaradas de utilidad pública en virtud de Real Decreto de fecha 15 de noviembre de 1882. Estando constituido el establecimiento por tres edificios, que son la Rotonda, o parte del Balneario destinado a las inhalaciones, el balneario propiamente dicho y la Fonda-Hospedería.
Este complejo termal operó con el nombre de "Los baños de Arlanzón" y solía anunciarse en la prensa local con el siguiente reclamo: "Aguas bicarbonatadas-cálcicas nitrogenadas, especiales en los padecimientos de estomago, hígado, aparato urinario y vías respiratorias".
No sé con exactitud los años que estuvo en funcionamiento, lo cierto es que en el año 1904 había cesado su actividad.

Este es el aspecto actual del edificio, se trata de una vivienda particular integrada en una urbanización.
Hasta aquí normalidad, un establecimiento que abre sus puertas y a los pocos años cierra por los motivos que fueran.
Lo que me llamó poderosamente la atención fue lo que ocurrió en este lugar a partir de 1904.
En este mismo año comienza otra enigmática y fascinante historia.
 Cerca de Grenoble unas religiosas francesas son expulsadas de su convento de Voiron, en los Alpes, empujadas por el ambiente anticlerical que se respira en el país vecino.
El destino final de estas monjas fue el pueblo de Arlanzón donde arrendaron el complejo termal y solicitaron los permisos pertinentes al arzobispado. Monseñor Gregorio Maria los concedió de inmediato y a la par dio su bendición: "Por juzgarlo útil y beneficioso a la Diócesis en general y especialmente a los intereses espirituales de la villa de Arlanzón".
 Las religiosas trataron de aprender español para una mejor integración, pese a haber sido bien acogidas por los vecinos de la villa. Pero su estancia en Arlanzón no fue fácil y mucho menos placida. Una serie de extraños sucesos acabó con el recién inaugurado convento en cuatro años.

A finales de ese año 1904, en menos de cuarenta días, fallecieron seis hermanas, cuatro de ellas menores de cuarenta y cinco años. El dictamen medico apuntó a una gastroenteritis, una fiebre gripal y cuatro fiebres tifoideas como causantes de las muertes.
Tras este nefasto año las monjas vivieron unos meses de tranquilidad, aunque en una carta que mandó sor Juana Teresa Chevalier superiora del convento en 1906, al abad de san Pedro de Cardeña confiesa que lo están pasando muy mal física y anímicamente por estar mermadas de salud.
En este año fallecieron otras dos hermanas, en abril sor Sophie con ochenta y seis años por un fallo cardíaco y en noviembre sor Marie Augustine, también por una lesión del corazón.
En el año 1907 solo hubo una baja en la comunidad religiosa, sor Clementine, de setenta y cuatro años. Fallecida según dictamen medico por una hemorragia cerebral.
Pero el año 1908 la muerte regresó con fuerza intramuros de antiguo balneario. En el primer medio año fallecieron cuatro hermanas pero no golpeó la muerte solo a las monjas este año se produjeron en Arlanzón catorce muertes por causas febriles o gastrointestinales.
Aunque el medicó dictaminó distintos motivos para cada una de las trece religiosas,  las creencias populares siempre apuntaron a que había sido la peste quien acabó con ellas. Y hay quien sigue pensando que las aguas de Fuencaliente son mortíferas.


Las trece monjas fueron enterradas en el cementerio de Arlanzón, aledaño a la iglesia de san Miguel.
Trece cruces han permanecido en el exterior del ábside como recordatorio de su efímera estancia en el pueblo. Hace relativamente poco tiempo fueron descolgadas y guardadas en el interior del templo.
Hasta el programa Cuarto Milenio se interesó por las circunstancias de esta anormal mortalidad.

http://www.cuatro.com/cuarto-milenio/programas/temporada-08/t08xp13/Misterio-convento_0_1517775180.html 

 Se trata de un vídeo de unos cinco minutos de duración donde tratan de explicar lo sucedido.
La ultima en fallecer fue sor Leoncie Melanie Estephanie y pocos días de haberla dado sepultura la congregación decidió poner fin a este exilio maldito, regresaban a Francia diezmadas y sin saberlo daban pie al inicio de una leyenda que aun hoy pervive.
Han pasado más de cien años y estas muertes siguen siendo un misterio.