martes, 28 de noviembre de 2017

Cueva de Fuentemolinos.

Situada en el precioso pueblo de Puras de Villafranca a tiro de piedra de Belorado.
Nos acercamos al edificio de recepción donde nos pertrechamos de todo lo necesario para acceder al interior de la galería con todas las garantías. Buzo, botas de goma, guantes, arnés de seguridad y casco con luz frontal. Una vez equipados el guía nos dicta unas normas básicas de seguridad sobre cual debe ser nuestro comportamiento en el interior de la galería y así disfrutar plenamente de la actividad.


Nos acercamos a la entrada, no más que una gatera, donde hay que entrar de rodillas.



Los  primeros metros se hacen gateando y los siguientes seis u ocho arrastras, después  ya se puede caminar aunque un poco encorvado.


Hemos alcanzado la corriente subterránea por la que transitaremos hasta que accedamos al segundo nivel.
La galería se ensancha y esperamos a estar todos reunidos para continuar el avance. A partir de aquí es un deleite para los sentidos, sobre todo para la vista.



















El guía va dando nombre a cada una de las formaciones que nos encontramos y explicando su posible formación, apunta datos geológicos e históricos dando empaque a la visita. Como sacamuelas no tiene precio, menudo tío, no calla. Ha conseguido que el ambiente sea distendido y no nos preocupemos más que de disfrutar.







Llegados a un punto determinado nos propone un juego, apagar las luces y permanecer un minuto en silencio. Pero antes nos hace ver lo vulnerables que somos y la dependencia que tenemos de una cosa tan sencilla como es la luz.




Nos comenta que en el hipotético caso de quedarnos a oscuras nuestras posibilidades de encontrar la salida serían nulas, en oscuridad absoluta perderíamos  las referencias en pocos minutos y vagaríamos sin rumbo.
Apagamos las luces y la mayor certeza que teníamos, la dirección de la corriente de agua, se difumina.
Escuchamos el ruido de la corriente, pero es igual cuando se acerca que cuando se aleja, para salir de dudas metemos la mano en la corriente y... ¡Fiasco total! No se aprecia la corriente, simplemente notamos frío.


A oscuras guardamos un momento en silencio, impresiona, solamente oímos el sonido del agua y aunque estamos diecinueve personas en menos de veinte metros cuadrados la sensación de soledad es estremecedora.


Toca subir a la segunda galería y salvar un desnivel de diez o doce metros escalando. Como lo tienen todo previsto y cuentan con que la mayoría de los visitantes no tenemos ni idea de escalada, lo hacen todo ellos, solamente te tienes que preocupar de enganchar una cuerda del arnés y ellos se encargan de subirte y bajarte.






La segunda galería es más estrecha y por ella no discurre  agua, aunque las formaciones geológicas son igualmente fantásticas.








Hemos alcanzado el final de la galería, "fotitos" de grupo y media vuelta. Ahora nos toca desandar lo andado y poco a poco nos vamos acercando a la gatera por la que hemos entrado.




Cuando salimos al exterior nos miramos unos a otros con extrañeza, estamos  mojados, el buzo, las botas y los guantes llenos de barro y el casco nos ha librado de varios coscorrones, pero hemos disfrutado. ¡Vaya si hemos disfrutado!
Hemos estado tres horas en el interior y se han pasado muy rápidas. Por increíble que parezca en este tiempo no hemos tenido comunicación con el exterior y nadie hemos echado en falta el móvil, cosa inaudita. Puede ser un tema a estudiar en profundidad. 
¡La experiencia ha sido fabulosa!

martes, 3 de octubre de 2017

Balneario de Arlanzón

¡No te extrañes! Yo he sido el primer sorprendido al haber tenido conocimiento de este singular lugar.
En una memoria que versaba sobre la calidad de sus aguas realizada en el año 1884 por los doctores D. Domingo Martín y Pérez y D. Sixto Antón y González, se decía: Muy cerca de la villa de Arlanzón y en la margen derecha del río del mismo nombre, se encuentra un abundante manantial conocido como Fuencaliente por los naturales del lugar. De antiguo sabían éstos que sus aguas no eran apropiadas para su consumo ni para la mayor parte de los usos domésticos, por lo que sólo la empleaban en los días más fríos del año para el lavado de la ropa a la agradable de su temperatura  de 17,5º. 
Llaman poderosamente la atención las grandes burbujas gaseosas que, con muy cortas interrupciones, estallan en la superficie. Estas agua fueron declaradas de utilidad pública en virtud de Real Decreto de fecha 15 de noviembre de 1882. Estando constituido el establecimiento por tres edificios, que son la Rotonda, o parte del Balneario destinado a las inhalaciones, el balneario propiamente dicho y la Fonda-Hospedería.
Este complejo termal operó con el nombre de "Los baños de Arlanzón" y solía anunciarse en la prensa local con el siguiente reclamo: "Aguas bicarbonatadas-cálcicas nitrogenadas, especiales en los padecimientos de estomago, hígado, aparato urinario y vías respiratorias".
No sé con exactitud los años que estuvo en funcionamiento, lo cierto es que en el año 1904 había cesado su actividad.

Este es el aspecto actual del edificio, se trata de una vivienda particular integrada en una urbanización.
Hasta aquí normalidad, un establecimiento que abre sus puertas y a los pocos años cierra por los motivos que fueran.
Lo que me llamó poderosamente la atención fue lo que ocurrió en este lugar a partir de 1904.
En este mismo año comienza otra enigmática y fascinante historia.
 Cerca de Grenoble unas religiosas francesas son expulsadas de su convento de Voiron, en los Alpes, empujadas por el ambiente anticlerical que se respira en el país vecino.
El destino final de estas monjas fue el pueblo de Arlanzón donde arrendaron el complejo termal y solicitaron los permisos pertinentes al arzobispado. Monseñor Gregorio Maria los concedió de inmediato y a la par dio su bendición: "Por juzgarlo útil y beneficioso a la Diócesis en general y especialmente a los intereses espirituales de la villa de Arlanzón".
 Las religiosas trataron de aprender español para una mejor integración, pese a haber sido bien acogidas por los vecinos de la villa. Pero su estancia en Arlanzón no fue fácil y mucho menos placida. Una serie de extraños sucesos acabó con el recién inaugurado convento en cuatro años.

A finales de ese año 1904, en menos de cuarenta días, fallecieron seis hermanas, cuatro de ellas menores de cuarenta y cinco años. El dictamen medico apuntó a una gastroenteritis, una fiebre gripal y cuatro fiebres tifoideas como causantes de las muertes.
Tras este nefasto año las monjas vivieron unos meses de tranquilidad, aunque en una carta que mandó sor Juana Teresa Chevalier superiora del convento en 1906, al abad de san Pedro de Cardeña confiesa que lo están pasando muy mal física y anímicamente por estar mermadas de salud.
En este año fallecieron otras dos hermanas, en abril sor Sophie con ochenta y seis años por un fallo cardíaco y en noviembre sor Marie Augustine, también por una lesión del corazón.
En el año 1907 solo hubo una baja en la comunidad religiosa, sor Clementine, de setenta y cuatro años. Fallecida según dictamen medico por una hemorragia cerebral.
Pero el año 1908 la muerte regresó con fuerza intramuros de antiguo balneario. En el primer medio año fallecieron cuatro hermanas pero no golpeó la muerte solo a las monjas este año se produjeron en Arlanzón catorce muertes por causas febriles o gastrointestinales.
Aunque el medicó dictaminó distintos motivos para cada una de las trece religiosas,  las creencias populares siempre apuntaron a que había sido la peste quien acabó con ellas. Y hay quien sigue pensando que las aguas de Fuencaliente son mortíferas.


Las trece monjas fueron enterradas en el cementerio de Arlanzón, aledaño a la iglesia de san Miguel.
Trece cruces han permanecido en el exterior del ábside como recordatorio de su efímera estancia en el pueblo. Hace relativamente poco tiempo fueron descolgadas y guardadas en el interior del templo.
Hasta el programa Cuarto Milenio se interesó por las circunstancias de esta anormal mortalidad.

http://www.cuatro.com/cuarto-milenio/programas/temporada-08/t08xp13/Misterio-convento_0_1517775180.html 

 Se trata de un vídeo de unos cinco minutos de duración donde tratan de explicar lo sucedido.
La ultima en fallecer fue sor Leoncie Melanie Estephanie y pocos días de haberla dado sepultura la congregación decidió poner fin a este exilio maldito, regresaban a Francia diezmadas y sin saberlo daban pie al inicio de una leyenda que aun hoy pervive.
Han pasado más de cien años y estas muertes siguen siendo un misterio.






miércoles, 20 de septiembre de 2017

Convento de san Bernardino de Siena

Se encuentra este convento en un frondoso valle de suaves laderas cubiertas de pinos, robles y estepas. Enclavado en el termino de Poza de la Sal aconsejan su aproximación desde Aguas Cándidas, aunque yo lo hago desde Salas Bureba.
Bajo el convento una yeguada pasta en una extensa pradera cercada y perfectamente delimitada. Parte arriba del convento son los arboles frutales los que ocupan este fértil valle.

                                         Tapia que cierra el convento en todo su perímetro.

Fray Lope de Salazar y Salinas, monje franciscano, auspiciado por los que fueron sextos señores de Poza de la Sal; Juan Rodriguez y su esposa Elvira Manrique de Rojas, dieron los primeros pasos para la construcción de convento entre los años 1450 y 1454.

                                          Enredadera abrazada a un cubo del muro exterior

Fray Lope en estos mismos años se enfrascó en la  fundación de varios conventos con el inestimable apoyo económico del condestable de castilla.
Estos son  el de Nuestra Señora de la Salud en Briviesca, san Antonio de la Sierra o del Salto en Fresneda, el de Nuestra Señora de Linares en Belorado y el de san Luis de los Menores de Alveinte en Monasterio de la Sierra.




Está situado junto al arroyo de los Molinos cuyo caudal permitió la instalación de dos molinos en su recorrido y en el primer tercio  del siglo pasado movió las turbinas de una central eléctrica "El Porvenir de Poza".



Tras dar una vuelta por el perímetro, intentando conseguir alguna fotografía del lugar, no logro en ningún momento tener una imagen aceptable de las ruinas del monasterio. El propietario del lugar, en un exceso de celo bajo mi punto de vista, tratando de proteger su intimidad ha convertido el lugar en un fortín.


La mayor parte del perímetro lo cierra una imponente tapia  y sobre ella un espeso manto vegetal. En el resto hay una valla metálica con una tupida malla con lo que la observación del lugar es casi imposible.



Y por si estas medidas no fueran suficientes al menos dos mastines  me acompañan ladrando sin parar mientras recorro el perímetro.


Hasta hoy solo han llegado sus orgullosas ruinas, tanto la iglesia como el claustro son de estilo herreriano.
El final del convento llegó, como no, de manos francesas. En el año 1809 sufre una primera desamortización decretada por Jose Bonaparte, fue saqueado por las tropas gabachas y al fin su extinción se produjo durante el gabinete de Mendizabal en  el año 1935.
Dejo atrás las ruinas con sabor agridulce, aunque he visto el lugar no he podido pasear entre sus muros centenarios ni tampoco respirar la paz que trasmite este singular lugar.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Salinas de Herrera

Apareció publicado en un periódico un articulo sobre las salinas y pueblo de Herrera, lo leí con curiosidad y despertó de inmediato mi interés.
Se encuentra enclavado en los montes Obarenes casi lindando con la Rioja y su acceso  no es complicado. Hay varias formas de llegar, desde san Juan del Monte, desde Haro, desde Ircio, desde Villalba de Rioja o desde la ermita de san Felices. Yo opté por la más cómoda, en Haro tomé el desvío de Miranda de Ebro y un poco antes de llegar a "Las Conchas" a mano izquierda aparece un camino con la única reseña de "YERMO CAMALDULENSE". Tomo el desvio, el primer tramo, mitad camino, mitad carretera está destrozado, las corrientes de agua han campado a sus anchas y han levantado el asfalto en varios lugares. Después de cruzar bajo la autopista mejora mucho  y aunque aparece alguna dificultad el camino tiene buen firme. Apenas en dos kilómetros aparecen las primeras construcciones  salineras.



Aun queda alguna edificación en pie pero su estado es de total abandono. Moverse entre  sus construcciones, pozos y depósitos es harto complicado, arbustos y zarzas han ganado la batalla y señorean a su antojo.



En el interior de este caserón se encuentra el pozo salinero, aunque no se trata de un manantial de agua salada como tal.



La extracción del mineral era laboriosa y su producción escasa por lo que la explotación  fue abandonada  en los años setenta. No pudo competir  ni en producción ni en precios con las grandes salinas marinas.




El mineral salino era buscado mediante excavaciones en profundos pozos  que se llenaban de agua dulce del arroyo que fluye por la explotación. La sal se disolvía en el agua y su extracción se realizaba con ayuda de una rueda hidráulica para ser almacenada en depósitos hasta el verano.


                                                                 Deposito de agua salada

En verano se extendía la salmuera en las eras, grandes superficies con pocos centímetros de profundidad. La radiación solar y la brisa se encargaban de  evaporar el agua.
Para una cristalización uniforme los operarios realizaban "la revuelta" pasando unos rodillos por las eras. El secado no debía ser muy rápido por lo que se regaba periódicamente. Cuando las eras se secaban era el momento de recoger el preciado mineral.



Este es el lugar que ocupaban las eras de evaporación, el edificio, posiblemente sería un almacén.


                                                  Rueda hidráulica en 1984. Foto de Elías Rubio 


El agua del arroyo era conducida mediante un acueducto y se dejaba caer sobre la rueda desde cierta altura para mover el mecanismo, el eje de la rueda  trasmite su movimiento mediante un sistema de bielas situado en la zona alta del caserón, aquí las bielas son las encargadas de mover la bomba para extraer el agua del pozo salino.



Esto es lo que queda en la actualidad de la noria.


Aunque me consta que esta era la imagen que se ha podido disfrutar hasta hace bien poco de ella.

                                           Imagen de las salinas en 1984 tomada por Elías Rubio

                                   Canalización de agua hasta la noria 1984. Foto de Elías Rubio

                                                    Recreación de las salinas en funcionamiento


El pueblo se encuentra en el mismo estado de abandono que las salinas, aun queda en pie algún edificio pero en estado lamentable.





Aunque la maleza ha vuelto por sus fueros intentando cubrir cualquier resto dejado por el hombre, aun es posible disfrutar del lugar y hacerse una idea de como era el día a día en estas recónditas salinas. 
Cercano a este lugar se encuentran el Yermo Camaldulense  Montecorona de Nuestra Señora de Herrera y unas curiosas cuevas, tal vez monasterios rupestres habitados por monjes en una etapa anterior a la construcción del actual cenobio en el año 1176 por los monjes de Sajazarra.
Ya tengo excusa para volver a estos preciosos y apartados lugares enclavados en la zona oriental de los montes Obarenes.

jueves, 18 de mayo de 2017

San Frutos del Duratón



El conjunto en ruinas del monasterio  de San Frutos se encuentra situado en un paraje de gran belleza natural y ubicado en una península  sobre un profundo meandro del río Duratón. De todo el complejo monástico solamente queda en pie la iglesia.



Un poco de historia.
El monasterio de san Frutos del Duratón fue donado en el 1076 por Alfonso VI al monasterio de Santo Domingo de Silos y se convirtió desde entonces en cabeza del priorato benedictino del mismo nombre.
 La iglesia se construyó hacia el año de 1100 de puro estilo románico.Consta en una inscripción en uno de los contrafuertes del lado de la Epístola que las obras las dirigió  el maestro Miguel, monje benedictino de Silos y se realizó la obra sobre otra visigótica del siglo VII.






Se accede al complejo religioso mediante un pequeño puente de piedra construido en 1757, que salva una grieta conocida como "la cuchillada". Según la tradición fue abierta por san Frutos con su bastón para detener a los sarracenos y proteger a los vecinos de Sepúlveda que pedían su ayuda. La grieta defendía el terreno sagrado que los infieles no podían pisar.



Vista desde el puente


Al pie del ábside se conservan varias tumbas antropomórficas datadas en la Alta Edad Media, que guardan estrecha relación con la reconquista de la zona por Fernán González en el siglo X y reutilizadas posteriormente por los monjes del priorato.






Su ubicación, al borde del acantilado, nos permite apreciar óptimamente el cañón que forma el río Duratón y el remanso que se crea con el embalse de la cercana presa de Burgomillodo.


















Pero no solamente la iglesia del priorato da luz  a este precioso lugar, la naturaleza también aporta su granito de arena.





Sabinas centenarias anclan sus raíces en las escarpadas laderas del cañón.





El color turquesa de las aguas embalsadas aportan un colorido excepcional a este precioso lugar.








Una magnifica colonia de buitres leonados hace de este magnifico enclave su casa y en las laderas más escarpadas asientas sus nidos.




Me llamó la atención la frenética actividad de esta colonia, no paraban quietos ni un instante, lo mismo ganaban altura hasta casi perderles de vista, como pasaban sobre nuestras cabezas en el momento de aproximación a los nidos. Parecían vencejos en busca de insectos. Al pasar tan cerca de nosotros oíamos con claridad el sonido particular de su vuelo que no es demasiado silencioso.
Pasamos una tarde magnifica en un entorno, como he tratado de describir, majestuoso.